La crisis democrática y cambio social en Honduras: reflexiones sobre un país en encrucijada
El pasado 16 de julio se llevó a cabo el webinario «Crisis democrática y cambio social: Honduras durante el gobierno de Xiomara Castro», el quinto de la serie “Crisis democrática y cambio social” organizado por la Red Iniciativa Centroamérica (RED ICA), en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y otras instituciones internacionales. El evento, que contó con la participación de Leticia Salomón, investigadora asociada del Centro de Documentación de Honduras (CEDOH); Roberto Bussi, director de Ayuda en Acción en Honduras; y Oscar Estrada, comunicador e investigador, quienes ofrecieron un análisis profundo de la situación política y social en Honduras, destacando los desafíos estructurales y coyunturales que enfrenta el país centroamericano.
La democracia en Honduras enfrenta una amenaza constante de polarización social, política e ideológica
En su intervención, Leticia Salomón realizó un análisis detallado de la situación política y social en Honduras, centrado en tres aspectos fundamentales. Primero, abordó las consecuencias del golpe de Estado de 2009, que no solo polarizó profundamente a la sociedad hondureña, sino que también debilitó significativamente el sistema de partidos políticos del país. Este evento marcó un punto de inflexión que desencadenó una serie de transformaciones y tensiones internas que persisten hasta hoy.
Salomón examinó los 12 años de gobierno del Partido Nacional, con un enfoque particular en la administración de Juan Orlando Hernández. Durante este periodo, el país experimentó un incremento notable en los niveles de corrupción y en la influencia del narcotráfico dentro del aparato estatal. Estos años estuvieron caracterizados por un autoritarismo creciente y un deterioro de las instituciones democráticas, lo que agravó la desconfianza ciudadana hacia el gobierno y las instituciones públicas.
Salomón se detuvo en los desafíos que enfrenta el gobierno actual, que ha asumido la tarea de desmantelar las estructuras autoritarias y corruptas heredadas del pasado reciente. Este proceso de transformación encuentra una resistencia considerable por parte de los grupos de poder que fueron desplazados y que buscan mantener su influencia. El gobierno actual está en una encrucijada, tratando de equilibrar la necesidad de reformas profundas con la estabilidad política y social.
Salomón también reflexionó sobre la situación de la democracia en Honduras, identificando varios problemas críticos. Entre ellos, destaca una crisis de valores democráticos, la politización de la justicia, la concentración del poder en manos de pocos y la incapacidad del estado para atender adecuadamente las necesidades básicas de la población. La democracia en Honduras, según Salomón, enfrenta la amenaza constante de la polarización social, política e ideológica, que dificulta la construcción de consensos y el avance hacia una sociedad más justa y equitativa.
El análisis de Salomón pone en relieve la necesidad de reformas profundas y sostenidas para superar las secuelas de un pasado autoritario y corrupto, y construir un futuro más democrático e inclusivo para todos los hondureños.
El gobierno tiene ahora la responsabilidad de desmantelar la corrupción e implementar políticas inclusivas
Roberto Bussi hizo una referencia histórica detallada a los 12 años del gobierno anterior en Honduras, liderado durante 8 de esos años por Juan Orlando Hernández. Explicó cómo este periodo estuvo marcado por una serie de problemas estructurales que han dejado una profunda huella en la situación actual del país. Durante su mandato, Hernández fue acusado repetidamente de corrupción y de mantener vínculos con el narcotráfico, lo que minó gravemente la confianza de la ciudadanía en las instituciones del Estado. La corrupción sistémica se manifestó en múltiples escándalos que involucraron a altos funcionarios del gobierno y del sector privado, afectando negativamente la economía y la infraestructura del país.
Bussi también abordó las violaciones de derechos humanos cometidas durante este periodo, mencionando la represión de manifestaciones y la persecución de líderes opositores y defensores de derechos humanos. Estas acciones autoritarias no solo deterioraron el clima político, sino que también atrajeron la atención y condena de la comunidad internacional, afectando la imagen y las relaciones exteriores de Honduras.
El gobierno de Hernández, según Bussi, exacerbó la desigualdad social y económica, favoreciendo a las élites y dejando a grandes sectores de la población en la pobreza. Esto generó un ambiente de desesperanza y migración masiva, con miles de hondureños abandonando el país en busca de mejores oportunidades en el extranjero. La falta de inversión en servicios públicos esenciales, como salud y educación, debilitó aún más la capacidad del estado para atender las necesidades básicas de la población.
Al analizar estos 12 años de gobierno, Bussi resaltó cómo estos factores han creado un panorama de desconfianza generalizada hacia las instituciones gubernamentales y una percepción de impunidad para aquellos en el poder. Este legado negativo representa uno de los mayores desafíos para el actual gobierno de Xiomara Castro, quien ha asumido la difícil tarea de restaurar la confianza pública y reconstruir el país sobre bases más justas y transparentes.
El actual gobierno enfrenta la enorme responsabilidad de desmantelar las redes de corrupción establecidas y de implementar políticas inclusivas que promuevan el desarrollo económico y social de todos los hondureños. Bussi subrayó que esto requiere no solo voluntad política, sino también el apoyo activo de la sociedad civil y la comunidad internacional. El objetivo es redirigir el rumbo del país hacia una mayor estabilidad, equidad y desarrollo sostenible, superando las divisiones y tensiones que han caracterizado los últimos años.
Sin un esfuerzo conjunto para fortalecer las estructuras electorales y abordar las crisis internas de los partidos, el sistema político hondureño podría colapsar
Oscar Estrada abordó la crisis actual en Honduras con una profunda reflexión histórica, comenzando por recordar el centenario de la guerra civil de 1924. Explicó que esta guerra, provocada por el intento del presidente Rafael López Gutiérrez de mantenerse en el poder mediante una conspiración para nombrarse dictador, es un ejemplo emblemático de cómo las crisis democráticas pueden desencadenar conflictos armados. Estrada señaló que en Honduras, hasta hace poco, los procesos electorales solían terminar en conflictos armados debido a la negativa de los gobiernos o candidatos oficialistas a reconocer resultados desfavorables, optando por mantenerse en el poder a través de la fuerza.
Estrada explicó que en 1924, la elección entre tres candidatos resultó en ningún ganador claro, llevando a López Gutiérrez a declararse dictador, lo que desató la guerra civil. Comparó esta situación con otro conflicto similar ocurrido en 1903. Utilizó el concepto físico del «problema del tercer cuerpo» para ilustrar cómo la introducción de un tercer actor en una situación establecida puede generar caos impredecible, aplicándolo a la política hondureña actual donde tres partidos principales están en constante conflicto.
Destacó que la concentración de poder es la característica definitoria de una dictadura, no la duración en el cargo, y comparó esto con la situación actual en Honduras, donde el control de diversos poderes y órganos por parte de un solo individuo o grupo es un problema recurrente. Estrada también señaló la importancia del financiamiento de campañas políticas, destacando cómo el dinero proveniente del narcotráfico y otras fuentes oscuras perpetúa la crisis política en Honduras.
Estrada concluyó advirtiendo sobre la capacidad limitada del sistema político hondureño para manejar tres partidos con dinámicas internas complejas y en constante conflicto. Subrayó la necesidad de un debate amplio y abierto sobre los problemas que afectan al país, especialmente de cara a las próximas elecciones de 2025. Afirmó que sin un esfuerzo conjunto para fortalecer las estructuras electorales y abordar las crisis internas de los partidos, el sistema podría colapsar, dejando al pueblo hondureño atrapado en medio de estas luchas de poder.